Atmosfera terrestre
La atmósfera terrestre es una capa de gases que rodea al planeta, mantenida por la gravedad y extendiéndose hasta unos 10,000 kilómetros sobre la superficie. Su presencia es esencial para la vida, ya que suministra el aire que respiramos, nos protege de la radiación solar nociva y regula las variaciones de temperatura entre el día y la noche. Además, actúa como escudo al desintegrar la mayoría de los meteoros que ingresan en dirección a la Tierra. Dada su complejidad, la atmósfera puede clasificarse desde diferentes perspectivas, como la temperatura, la composición, el escape de gases y la ionización, como se muestra en la Figura 1.
Figura 1. Clasificación de la atmósfera según la temperatura, la composición, el grado de mezcla y la ionización (Adaptado de Hargreaves, 1992).
Desde el punto de vista de la temperatura, la atmósfera se divide en cuatro capas principales: la troposfera, la estratosfera, la mesosfera y la termosfera. La troposfera, que se extiende desde la superficie hasta unos 12 km, es la capa más densa y donde ocurren los fenómenos meteorológicos; en ella la temperatura disminuye con la altura. Por encima se encuentra la estratosfera, que se extiende hasta los 50 km y contiene la capa de ozono, la cual absorbe radiación ultravioleta, lo que provoca un aumento de la temperatura conforme se asciende. La mesosfera, que se encuentra entre los 50 y 80 km, presenta una nueva disminución de temperatura y es el lugar donde la mayoría de los meteoros se desintegran. Finalmente, la termosfera, que va desde los 80 hasta los 500 km, se caracteriza por temperaturas extremadamente altas debido a la absorción de radiación solar; aquí se encuentra la ionosfera, que es crucial para la propagación de ondas de radio.
En cuanto a su composición, la atmósfera se subdivide en dos grandes regiones: la homosfera y la heterosfera. La homosfera, que se extiende desde la superficie hasta aproximadamente los 100 km, se caracteriza por una mezcla homogénea de gases debido a la turbulencia atmosférica. Por otro lado, la heterosfera, ubicada por encima de los 100 km, presenta una distribución estratificada de los gases, donde los más ligeros, como el hidrógeno y el helio, predominan en las capas superiores.
Otra forma de clasificar la atmósfera es mediante el escape de gases. En este contexto, se distingue entre la barosfera y la exosfera. La barosfera corresponde a las capas más cercanas a la superficie, donde la gravedad mantiene los gases atrapados y la densidad es mayor. En contraste, la exosfera, que se extiende hasta los 10,000 km, se caracteriza por una baja densidad de partículas, permitiendo que algunas moléculas ligeras, como el hidrógeno, escapen al espacio exterior.
Desde la perspectiva de la ionización, la atmósfera cuenta con dos regiones importantes: la ionosfera y la magnetosfera. La ionosfera, ubicada principalmente en la termosfera, es una región donde los átomos y moléculas se ionizan debido a la radiación solar, lo que facilita la propagación de ondas de radio a larga distancia. La magnetosfera, por su parte, se extiende más allá de la ionosfera y es el área en la que el campo magnético terrestre interactúa con el viento solar, protegiendo así al planeta de partículas cargadas provenientes del espacio.
2. Ionosfera
La ionosfera es la región ionizada de la atmósfera terrestre que se extiende desde aproximadamente 50 hasta 1000 km de altitud. Esta región contiene electrones libres e iones positivos, pero se mantiene eléctricamente neutra, ya que el número de cargas positivas y negativas es igual dentro de un volumen dado. Los electrones libres se generan por la interacción de la radiación solar con las partículas de la atmósfera, lo que provoca un pico máximo de concentración electrónica en torno a los 250 km de altura. La estructura y comportamiento de la ionosfera están fuertemente influenciados por procesos fotoquímicos, de difusión y electrodinámicos, los cuales dependen en gran parte del campo magnético de la Tierra. Estas dinámicas generan una distribución particular de electrones e iones a diferentes alturas. Además, las propiedades de la ionosfera varían según la actividad solar, las estaciones del año, la ubicación geográfica y el ciclo día-noche, lo que provoca cambios importantes en las regiones que la componen: D, E, F1 y F2. Por ejemplo, durante la noche, las regiones D y F1 desaparecen, mientras que la región E se vuelve más tenue.
Figura 2. Perfil de densidad electrónica de la ionosfera. Modificado de Michael C. Kelley (2009).
La región D se sitúa entre los 60 y 90 km de altitud y está presente principalmente durante el día, ya que su existencia depende de la radiación solar. La mayor densidad atmosférica en esta región aumenta la frecuencia de colisiones entre iones, electrones y partículas neutras. La densidad electrónica en esta región varía entre 10⁸ y 10¹⁰ m⁻³. Su composición es compleja, y las principales fuentes de ionización incluyen los rayos Lyman-α (1216 Å), que ionizan el óxido nítrico (NO), y los rayos cósmicos, que afectan las altitudes más bajas. Además, la radiación ultravioleta extrema (EUV) ioniza oxígeno y nitrógeno, mientras que los rayos-X con longitudes de onda menores a 10 Å contribuyen a la ionización alrededor de los 80 km. Durante la noche, la región D desaparece debido a la ausencia de radiación solar.
Por su parte, la región E, ubicada entre 90 y 150 km de altitud, es reconocida por su alta conductividad eléctrica, lo que la hace fundamental para el desarrollo de corrientes eléctricas en la ionosfera. Esta región se forma principalmente por la incidencia de rayos-X de baja energía (2 nm < λ < 10 nm) y la radiación Lyman-β, que ionizan el oxígeno molecular (O₂). En esta región predominan los iones de óxido nítrico (NO) y oxígeno atómico. La radiación continua Lyman-α, con longitudes de onda menores a 91.1 nm, también contribuye a la ionización del oxígeno atómico. La región E tiene la capacidad de reflejar ondas de radio de baja frecuencia, por debajo de los 10 MHz, facilitando así ciertas comunicaciones.
Finalmente, la región F se extiende desde los 150 hasta los 1000 km y es la región más extensa de la ionosfera, con una densidad electrónica de aproximadamente 10⁶ cm⁻³ a 300 km de altitud. En esta zona predominan los iones más ligeros, como el oxígeno atómico, y se divide en dos subregiones: F1 y F2. La región F1 se encuentra entre los 150 y 180 km y se observa únicamente durante el día, ya que su densidad electrónica depende del ángulo zenital del Sol. Su principal fuente de ionización es la radiación EUV, y su densidad puede variar rápidamente en cuestión de minutos. Por otro lado, la región F2, situada entre los 180 y 1000 km, es crucial para la propagación de ondas de radio de alta frecuencia (HF). A diferencia de la región F1, la ionización en la F2 no depende directamente del ángulo cenital solar, sino que está regulada por procesos de transporte y fenómenos fotoquímicos que producen pares electrón-ion mediante fotoionización.
Regiones geográficas de la Ionosfera:
La ionosfera, que es una parte de la atmósfera terrestre, no es uniforme en una escala global. Se puede clasificar según su latitud, ya que la posición del sol afecta la cantidad de radiación solar que recibe, lo que a su vez cambia la densidad de electrones en esta región. En la figura 3, se muestran tres regiones de la ionosfera: la región de alta latitud, la región de media latitud y la región de baja latitud.
Los niveles más altos de densidad de electrones suelen encontrarse en la región ecuatorial, especialmente durante las tardes. Por el contrario, las altas latitudes presentan picos de densidad más bajos. Esto se debe a que en estas áreas hay más inestabilidad en el plasma, en comparación con las regiones más cercanas al ecuador. En los casquetes polares, la posición del sol es baja en el horizonte y cambia muy poco a lo largo del día, especialmente durante los períodos de noche polar y verano polar. A pesar de esta estabilidad solar, se pueden observar variaciones en la ionosfera a lo largo de las 24 horas. Estas fluctuaciones son provocadas por varios factores, como la actividad solar, el viento solar y las condiciones geomagnéticas, que influyen en la densidad electrónica de la ionosfera. Por lo tanto, aunque la radiación solar es menor en los casquetes polares, las interacciones con el ambiente espacial pueden causar cambios significativos en la ionosfera.
Figura 3. Regiones geográficas de la ionosfera. Adaptado de Fonseca Junior, 2002.
Las regiones de altas latitudes se extienden entre ±60⁰ y ±90⁰. Esta zona se divide en la capa polar, la región auroral y la región subauroral, y se caracteriza por ser bastante inestable. Esta inestabilidad ocurre porque las líneas del campo magnético son abiertas y casi perpendiculares a la superficie de la Tierra, lo que permite que el viento solar interactúa con esta región.
Por otro lado, las regiones de media latitud están entre ±20⁰ y ±60⁰ del ecuador magnético. Se consideran menos afectadas por anomalías y perturbaciones, pero en casos de tormentas geomagnéticas fuertes, la densidad de electrones puede variar, lo que afecta la señal de GPS.
Finalmente, la región ecuatorial se sitúa entre ±30º del ecuador magnético. Aquí suceden dos fenómenos importantes que pueden interferir con el GPS. Primero, las irregularidades en la ionosfera provocan un fenómeno llamado centelleo ionosférico, que puede causar interferencias y pérdida de señal. Segundo, la anomalía ecuatorial puede generar cambios en la cantidad total de electrones (TEC) presentes en esta región, lo que también afecta las comunicaciones.
3. Impactos del clima espacial
El clima espacial tiene un impacto profundo y variado en nuestra vida moderna debido a la creciente dependencia de las comunicaciones, la navegación por satélite y las infraestructuras eléctricas. En primer lugar, las tormentas solares afectan las comunicaciones de alta frecuencia (HF) entre 3 y 30 MHz, utilizadas principalmente en operaciones marítimas, aeronáuticas y militares. Durante estos eventos, la ionosfera se altera, dificultando la propagación de las ondas HF y provocando interferencias o pérdida total de la señal. En situaciones extremas, pueden ocurrir apagones ionosféricos en regiones polares, donde las radiaciones solares intensas bloquean completamente las transmisiones. Además, las fluctuaciones en la ionosfera introducen variaciones rápidas en la calidad de la señal, causando que se degrade o desaparezca momentáneamente.
De forma paralela, las tormentas geomagnéticas también afectan los sistemas de navegación GPS. El aumento de la densidad de electrones en la ionosfera provoca retrasos en la transmisión de señales, introduciendo errores en la precisión de las posiciones calculadas. Este problema se vuelve más grave en situaciones críticas, como la aviación o el transporte de emergencia, donde una pérdida temporal de señal puede poner en riesgo operaciones vitales. Asimismo, las aplicaciones diferenciales, como el DGPS (Differential GPS) y el RTK (Real-Time Kinematic), que son métodos avanzados diseñados para mejorar la precisión de las mediciones, dependen de correcciones exactas en tiempo real. Sin embargo, la variabilidad ionosférica causada por las tormentas geomagnéticas afecta estas correcciones, disminuyendo la efectividad de ambos sistemas y limitando su capacidad para ofrecer resultados fiables en condiciones adversas.
Por otro lado, las comunicaciones por satélite también se ven vulneradas durante episodios de actividad solar intensa. Las señales que viajan entre satélites y estaciones terrestres se ven interferidas por el ruido introducido por las partículas energéticas solares. En algunos casos, la perturbación puede ser tan grave que se pierde completamente el enlace, interrumpiendo las transmisiones críticas. Además, los satélites enfrentan riesgos estructurales, ya que las partículas solares de alta energía pueden dañar sus componentes electrónicos, causando fallos funcionales conocidos como SEU (Single Event Upsets).
4. Fenómenos de la ionosfera
Efecto Fuente y Anomalía de Ionización Ecuatorial
También conocida como "Anomalía de Appleton" o "Anomalía Ecuatorial," esta anomalía se caracteriza por picos de densidad electrónica ubicados alrededor de ±15° de latitud magnética, es decir, en la región de baja latitud. Durante el día, la radiación solar ioniza los gases presentes en la ionosfera terrestre a través de un proceso llamado fotoionización. Esto generaría la expectativa de que los mayores valores de densidad electrónica ocurrieran en la región ecuatorial, donde la radiación solar es más intensa. Sin embargo, este no es el caso, como documenta Hargraves (1992). En su lugar, se observa una distribución latitudinal de densidad electrónica conocida como el Efecto Fuente.
Cómo se genera el efecto fuente?
Este fenómeno es impulsado por vientos neutros generados por diferencias de presión en la atmósfera causadas por el calentamiento solar. Al desplazarse a través de la atmósfera ionizada, estos vientos arrastran iones mientras los electrones, debido a su baja tasa de colisión con partículas neutras, se ven confinados a moverse a lo largo de las líneas del campo magnético. Esto crea un campo eléctrico zonal en la región E de la ionosfera, el cual se transfiere a la región F a través de las líneas del campo magnético.
En la región ecuatorial, la componente zonal de este campo eléctrico se orienta perpendicularmente al campo magnético terrestre. Esta interacción genera una fuerza de deriva vertical (E x B) que eleva el plasma a grandes altitudes, como muestra la Figura 4. Una vez en altitudes mayores, el plasma tiende a desplazarse de regreso debido a los efectos combinados de gradientes de presión y gravedad. Sin embargo, esta difusión sólo ocurre de manera efectiva a lo largo de las líneas del campo magnético, ya que la giro frecuencia (movimiento circular de las partículas en el campo magnético) domina sobre las colisiones con partículas neutras.
De este modo, el flujo de plasma toma una dirección paralela a las líneas del campo magnético, concentrándose en picos de densidad electrónica a ±15° de latitud magnética, creando el llamado Efecto Fuente en la región ecuatorial (Kelley, 2009; Paulo Bronzato, 2009). En cambio, sobre el ecuador geomagnético, la ionización es menos intensa, lo que provoca gradientes de Contenido Total de Electrones (TEC) de norte a sur, una distribución conocida como Anomalía Ecuatorial o Anomalía Appleton (Appleton, 1946). Esta anomalía produce crestas de alta densidad a ±15° de latitud y causa irregularidades en la densidad del plasma que afectan las señales de radio, generando centelleos o interferencias.
Figura 4: Diagrama esquemático que muestra cómo el campo eléctrico eleva el plasma desde la región ecuatorial, transportándolo hacia las zonas tropicales. Adaptado de Kelley (1989).
5. Magnetosfera
El campo magnético de la Tierra es predominantemente dipolar en su superficie, pero experimenta alteraciones a grandes altitudes debido a la interacción con el viento solar, un flujo constante de partículas cargadas que se desplazan a velocidades entre 300 km/s y 1000 km/s. Esta interacción da origen a la magnetosfera, que funciona como un escudo protector al desviar las partículas que podrían erosionar la atmósfera terrestre. La magnetopausa, que marca el límite exterior de la magnetosfera, se establece en la región donde la presión del viento solar se equilibra con la del campo magnético terrestre. Esta área asimétrica presenta compresión en el lado diurno, aproximadamente 10 radios terrestres, mientras que en el lado nocturno se extiende, formando una cola magnética que supera los 200 radios terrestres.
Figura 5. Sección transversal de un modelo simplificado de la magnetosfera. El viento solar (flechas gruesas) se desacelera en el arco de choque, luego fluye alrededor de la magnetosfera formando la envoltura magnética. En la magnetopausa, el campo geomagnético se confina mediante láminas de corriente. Una segunda lámina de corriente conecta el plano medio de la cola magnética con las corrientes en los bordes laterales de esta cola.
Al examinar las características de la magnetosfera como se muestra en la Figura 5, el arco de choque se ubica aproximadamente a 13 radios terrestres de la Tierra, donde el viento solar se desacelera al entrar en contacto con el campo magnético terrestre. Este arco actúa como una frontera dinámica que ralentiza y calienta el plasma solar, y es importante destacar que su posición puede variar según la actividad solar. Entre el arco de choque y la magnetopausa, encontramos la magnetofunda, que se extiende entre 10 y 15 radios terrestres y presenta temperaturas que pueden alcanzar algunos miles de grados Kelvin. Continuando con la descripción de las regiones magnéticas, los cinturones de Van Allen son dos zonas donde se concentran partículas cargadas atrapadas por el campo magnético terrestre. El cinturón interior, ubicado entre 1.1 y 2 radios terrestres, está compuesto principalmente por protones de alta energía, mientras que el cinturón exterior, que se extiende de 3 a 7 radios terrestres, es dominado por electrones de alta energía. Cabe mencionar que estos cinturones pueden verse afectados por tormentas geomagnéticas, aumentando la densidad y energía de las partículas, lo que representa riesgos para satélites y astronautas.
Por otro lado, la plasmasfera o magnetosfera interna se encuentra por encima de la ionosfera, comenzando a una altitud de aproximadamente 60 km sobre la superficie terrestre y extendiéndose hasta unos 4 radios terrestres. Su límite exterior, conocido como plasmapausa, se define por una caída de un orden de magnitud en la densidad del plasma. Esta región interactúa con otras partes de la magnetosfera, afectando la propagación de ondas de radio y el clima espacial. Además, la cola magnética se extiende en dirección opuesta al Sol y se forma por la interacción del viento solar con el campo magnético terrestre, alcanzando más de 200 radios terrestres. Compuesta de plasma caliente y campos magnéticos complejos, su estructura se ve influenciada por la reconexión magnética, un proceso que permite la entrada de partículas energéticas hacia la magnetosfera interna y genera fenómenos como las auroras.
Finalmente, en la magnetosfera se destacan varias corrientes eléctricas que desempeñan funciones clave en su dinámica. La corriente de anillo se forma en la magnetosfera interna, rodeando la Tierra, y surge de la interacción del viento solar con el campo magnético, siendo responsable de la mayoría de los efectos geomagnéticos observados en la superficie terrestre. Por su parte, la corriente de la lámina neutra, ubicada en la cola magnética, se caracteriza por un equilibrio en el número de partículas cargadas, permitiendo un intercambio energético crucial entre la magnetosfera y la ionosfera. Las corrientes de cusp se generan en las regiones de cúspide, donde el campo magnético terrestre se conecta con el viento solar, facilitando la transferencia de energía hacia la magnetosfera. A diferencia de las corrientes de cusp, que se originan en el exterior de la magnetopausa, las corrientes aurorales están asociadas con la precipitación de partículas cargadas en la atmósfera terrestre, dando lugar a las impresionantes auroras boreales y australes. Juntas, estas corrientes son fundamentales para comprender la interacción de la magnetosfera con el clima espacial y sus efectos en los sistemas tecnológicos en la Tierra.
6. Anillo de Corriente
El anillo de corriente es un flujo de partículas cargadas, principalmente iones y electrones, que giran alrededor de la Tierra en el plano ecuatorial. Estas partículas, que tienen energías de entre 10 y 200 keV, generan una corriente eléctrica que rodea nuestro planeta a distancias de entre 3 y 8 veces el radio de la Tierra. Durante las tormentas geomagnéticas, el viento solar energiza este anillo, provocando cambios significativos en el campo magnético de la Tierra. Como resultado, el campo magnético se debilita temporalmente, un efecto que se mide con el índice Dst (Disturbance Storm Time).
A diferencia de los cinturones de radiación de Van Allen, el anillo de corriente es más dinámico y responde rápidamente a la actividad solar. Comprender cómo funciona es clave para evaluar los efectos de las tormentas solares en la magnetosfera y su impacto en tecnologías sensibles, como satélites y redes eléctricas. Las partículas que forman el anillo de corriente no se mueven de manera constante; experimentan desplazamientos debido a campos eléctricos y a las variaciones en el campo magnético. Estos movimientos están influenciados por la estructura del campo magnético y pueden crear diferentes tipos de corrientes. Un estudio de Parker en 1957 analizó cómo estas corrientes se relacionan con las presiones en el campo magnético.
El comportamiento de las corrientes también depende de las propiedades del plasma. En un plasma isotrópico, que es aquel donde las propiedades son iguales en todas las direcciones, el movimiento de las partículas está dominado por el gradiente de presión. Esto significa que, dentro de una zona de alta presión, se genera una pequeña corriente que se mueve hacia el este, mientras que, fuera de esta zona, aparece una corriente más fuerte que se dirige hacia el oeste (Figura 6). Este patrón muestra cómo las partículas responden a las variaciones en la presión del plasma y a la forma del campo magnético. Es importante destacar que las trayectorias de las partículas en el anillo de corriente no siempre son circulares. Cerca de la Tierra, tienden a cerrarse, y el movimiento magnético se convierte en el principal. Sin embargo, a mayores distancias, el campo magnético se comporta de manera diferente y las partículas sólo realizan movimientos parciales alrededor del planeta. Esto da lugar a lo que se llama corriente de anillo parcial, donde las partículas que se dirigen hacia el Sol son desviadas alrededor de la Tierra en lugar de completar su órbita.
Figura 6. El círculo azul discontinuo representa el pico de presión simétrico. Las flechas naranjas indican el gradiente de presión, mientras que las flechas verdes muestran la dirección de la corriente en anillo ecuatorial.
7. Reconexión Magnética
La reconexión magnética es un proceso clave en la transferencia de energía en el espacio. Sucede cuando líneas de campo magnético con orientaciones diferentes, como las del campo magnético terrestre y el campo magnético interplanetario (o IMF, por sus siglas en inglés), se encuentran en la magnetopausa, que es el límite entre la magnetosfera terrestre y el viento solar. En este punto de interacción, las líneas de campo magnético se reconectan y cambian de forma, liberando grandes cantidades de energía que estaban almacenadas en el campo magnético. Como se muestra en la Figura 5, en la magnetosfera terrestre, la reconexión magnética ocurre cuando las líneas del IMF, transportadas por el viento solar, se alinean en sentido opuesto a las del campo magnético terrestre. Esta configuración permite que el IMF y el campo magnético de la Tierra se conecten, transfiriendo energía, partículas y momento hacia el sistema magnético de la Tierra.
La reconexión magnética en la magnetopausa permite que la energía del viento solar entre a la magnetosfera terrestre, generando corrientes eléctricas en la ionosfera y produciendo flujos de partículas que afectan las regiones polares. Este proceso es fundamental para la dinámica de la magnetosfera y da lugar a fenómenos como las auroras. Además, cuando la reconexión ocurre de forma más intensa (lo que sucede cuando el IMF se orienta hacia el sur), se libera una cantidad masiva de energía y partículas hacia la Tierra, lo que puede desencadenar tormentas geomagnéticas.
8. Tormentas Geomagnéticas
El término “tormenta geomagnética” fue utilizado por primera vez por Chapman y Bartels (1940) para describir las perturbaciones magnetosféricas e ionosféricas que se producían de forma esporádica. Además se creía que las tormentas eran causadas por corrientes solares esporádicas. Posteriormente. Parker (1958) demostró que el viento solar se emite de forma continua y que su interacción con el campo geomagnético forma la magnetosfera.
Por lo tanto, una tormenta geomagnética es una perturbación temporal de la magnetosfera, provocada por una eyección de masa coronal o por una onda de choque de viento solar que interactúa con el campo magnético terrestre. Este fenómeno ocurre solo si la onda de choque está dirigida hacia la Tierra. Inicialmente, la presión del viento solar comprime la magnetosfera lo que producirá variaciones en su tamaño y forma de acuerdo a la actividad solar. En este proceso, el campo magnético del viento solar transfiere energía al campo magnético terrestre, causando perturbaciones significativas en varias regiones dentro de la magnetosfera.
Entre los principales efectos de una tormenta geomagnética destaca el incremento en la intensidad de las corrientes de anillo ecuatorial que puede causar perturbaciones en las telecomunicaciones. Además, durante estos periodos, puede ocurrir aceleración y precipitación de partículas, principalmente en la región auroral, donde aparecen las auroras. Es importante señalar que cuanto más intensa es la tormenta, mayor es la energía de las partículas involucradas y más hacia el ecuador se extiende la aurora, alcanzando latitudes medias.
En cuanto a las causas principales de las tormentas geomagnéticas, estas están relacionadas con la presencia de estructuras de plasma y campos magnéticos intensos en el medio interplanetario. Un factor determinante es la orientación de la componente Bz del campo magnético interplanetario (FMI, por sus siglas en inglés Field Magnetic Interplanetary). Si esta componente Bz está orientado hacia el sur y se mantiene durante un tiempo prolongado, se establecen las condiciones necesarias para el desarrollo de una tormenta geomagnética. Este proceso, como se muestra en la Figura 7, se fundamenta en la transferencia de energía del viento solar mediante un mecanismo conocido como reconexión magnética, el cual ocurre entre el FMI y el campo magnético de la Tierra [Gonzalez, W. D. et al. 1994].
Figura 7. Representación de la interacción entre el viento solar y la magnetosfera terrestre.
La actividad geomagnética de una tormenta puede ser caracterizada utilizando diversos índices, como el índice Dst, Kp y AE. En este contexto, se describirán únicamente dos de ellos:
a. Índice Dst (Disturbance Storm-Time):
El índice DST se calcula midiendo el componente horizontal (H) del campo magnético terrestre en el ecuador magnético. Este cálculo se basa en datos obtenidos de estaciones equipadas con magnetómetros. Antes del inicio de la tormenta geomagnética, el índice Dst suele presentar un aumento súbito, conocido como fase inicial. Esta fase es el resultado de la compresión de las líneas de campo magnético en la magnetosfera debido al impacto del viento solar. Posteriormente, se desarrolla la fase principal de la tormenta, que se caracteriza por una caída significativa en el valor del campo magnético. Esta caída se debe al aumento de las corrientes eléctricas en la magnetosfera, formando el sistema de corrientes del anillo. También es conocida como fase negativa de la tormenta y puede durar desde algunos minutos hasta varias horas. Después de alcanzar su valor mínimo, el índice DST comienza a aumentar nuevamente, marcando el inicio de la fase de recuperación. El índice DST se expresa en unidades de nanoteslas (nT) y tiene una resolución temporal de una hora, lo que significa que los valores registrados son promedios correspondientes a intervalos horarios, iniciando entre las 00 y 01 UT de cada día). En la Figura 8 se muestran las fases de la tormenta geomagnética observada en el perfil temporal del índice DST. Finalmente, en la Tabla 1 se muestra la clasificación adoptada para diferentes tormentas geomagnéticas según su intensidad.
Tabla 1. Tabla 1. Clasificación de una tormenta geomagnética según su intensidad.
Figura 8: Ejemplo de una tormenta geomagnética registrada en el índice Dst, con las principales fases del evento claramente señaladas.
b. Índice Kp:
El índice Kp, también conocido como Planetarische Kennziffer o índice planetario, es una medida que nos ayuda a entender qué tan perturbado está el campo magnético de la Tierra. Este índice es esencial para monitorear la actividad geomagnética global, especialmente durante eventos como tormentas geomagnéticas.
El índice Kp se basa en otro índice llamado índice K, que mide la intensidad de las perturbaciones geomagnéticas en una escala que va de 0 a 9 (Tabla 2). Los valores de K se registran cada tres horas en 13 observatorios geomagnéticos distribuidos alrededor del mundo. La mayoría de estos observatorios están situados en latitudes medias, principalmente entre los 44° y 60° en el hemisferio norte, mientras que dos de ellos están en el hemisferio sur.
Para obtener el índice Kp, se realiza un promedio de los valores de K registrados en esos observatorios. A diferencia del índice K, el Kp se expresa en tercios de unidad, lo que permite una medición más precisa de la actividad geomagnética. Por ejemplo, un valor de Kp puede ser 3.3 o 5.7, en lugar de números enteros como en el caso del índice K.
El índice Kp nos da una idea del nivel de actividad geomagnética en todo el planeta, es decir, valores bajos, cercanos a 0, indican un campo magnético tranquilo, mientras que valores altos, cercanos a 9, señalan fuertes perturbaciones, como las que ocurren durante tormentas geomagnéticas.
Es importante destacar que el índice Kp no mide perturbaciones locales, sino globales, ya que se obtiene de promedios de mediciones de instrumentos.
Este índice fue creado para medir el nivel de perturbación geomagnética y se obtiene a partir del índice K, que presenta un número entero entre el rango de 0 a 9, medido a cada 3 horas. Los valores de Kp que se muestran en la tabla 2 van de 0 a 9, y son expresados en tercios de unidad. Estos valores se obtienen a través de la media aritmética de los índices K medidos a cada 3 horas en 13 observatorios geomagnéticos diferentes alrededor del globo. Estos observatorios están ubicados entre los 44⁰ y 60⁰ de latitud en el hemisferio norte y dos en el hemisferio sur de la Tierra.
Tabla 2. Clasificación de la actividad geomagnética basada en los valores del índice Kp, que abarca desde condiciones muy tranquilas hasta niveles de perturbación extrema.
c. Índice G
El índice G es una escala utilizada para describir la intensidad de las tormentas geomagnéticas de una manera más accesible para la comunidad en general. A diferencia de los índices más técnicos como el Kp, que se usan en investigaciones científicas, el índice G está diseñado específicamente para ofrecer una clasificación sencilla sobre el estado de la actividad geomagnética. Este índice se basa en la observación de las fluctuaciones del campo magnético de la Tierra y se expresa en una escala del 1 al 5:
G1 (Muy débil): Actividad geomagnética mínima, sin efectos significativos en las comunicaciones o satélites.
G2 (Débil): Tormentas geomagnéticas leves, pueden producir pequeñas perturbaciones en sistemas de comunicación de alta frecuencia y navegación por satélite.
G3 (Moderada): Actividad geomagnética más intensa, capaz de afectar las comunicaciones de alta frecuencia y aumentar la radiación en órbitas bajas de satélites.
G4 (Fuerte): Tormentas geomagnéticas severas que pueden tener un impacto significativo en satélites, sistemas de navegación y comunicaciones, e incluso causar apagones de energía en altas latitudes.
G5 (Extrema): Eventos muy intensos que pueden afectar gravemente la tecnología espacial y terrestre, incluyendo interrupciones en la red eléctrica, comunicaciones y navegación.
9. Impactos del clima espacial en la sociedad
Estos fenómenos también se traducen en impactos directos sobre la sociedad y la economía. En el ámbito del transporte aéreo, las aerolíneas deben evitar rutas polares durante tormentas solares, lo que genera demoras y mayores costos operativos. Las redes eléctricas tampoco son inmunes: las corrientes geomagnéticas inducidas (GIC) pueden sobrecargar los sistemas de transmisión, provocando apagones y dañando transformadores clave, lo que amenaza la estabilidad del suministro eléctrico. Asimismo, algunas operaciones financieras dependen de la sincronización precisa del GPS, por lo que la pérdida de esta precisión podría comprometer transacciones de alta frecuencia en mercados bursátiles.
En el ámbito militar y de rescate, los eventos de clima espacial extremo representan un riesgo significativo al comprometer las comunicaciones confiables y la navegación precisa, esenciales para la seguridad y eficacia de estas operaciones. La pérdida de señal o las interferencias pueden retrasar respuestas críticas en situaciones de emergencia o en misiones militares estratégicas. De manera similar, en el entorno espacial, los astronautas enfrentan amenazas graves debido a la exposición a niveles elevados de radiación solar, lo que no solo pone en riesgo su salud, sino que también puede afectar el funcionamiento de los equipos en las estaciones espaciales. Esta interrelación resalta la necesidad de contar con sistemas avanzados de monitoreo, tanto en la Tierra como en el espacio, así como con protocolos rigurosos de protección para mitigar estos riesgos y garantizar la continuidad operativa en contextos críticos.
En resumen, los efectos del clima espacial son amplios y abarcan múltiples sectores esenciales. Por ello, es imprescindible contar con sistemas de monitoreo y alerta temprana que permitan mitigar estos riesgos y asegurar la operatividad continua de infraestructuras críticas. La gestión eficiente de estos desafíos es fundamental para mantener la estabilidad de los servicios esenciales y proteger tanto la tecnología como la vida humana.
Referencias:
Hargreaves, (1992). The solar Terrestrial environment.
Gonzalez, W. D., Joselyn, J. A., Kamide, Y., Kroehl, H. W., Rostoker, G., Tsurutani, B. T., & Vasyliunas, V. M. (1994). What is a geomagnetic storm? Journal of Geophysical Research, 99(A4), 5771. doi:10.1029/93ja02867
Guarnieri, F.L., Tsurutani, B.T., Gonzalez, W.D., Echer, E., Gonzalez, A.L., Grande, M., Soraas, F.: ICME and CIR storms with particular emphasis on HILDCAA events. In: ILWS Workshop, pp. 19–20 (2006)
Kelley Michael C. (2009).The Earth's Ionosphere. Second Edition.
Kirchhoff Volker W. J. H. (1991), Introdução à Geofísica Espacial.
Paulo Alexandre Bronzato Nogueira. (2009), “Estudo da anomalia de ionização equatorial e dos ventos termosféricos meridionais durante períodos calmos e perturbados na região de baixas latitudes brasileira”, tesis.
https://www.swpc.noaa.gov/content/global-d-region-absorption-prediction-documentation